Como definición básica y fundamental, el Desarrollo del Liderazgo Vertical (VLD de sus siglas en Inglés: Vertical Leadership Development) consiste en el crecimiento de las habilidades, mentalidad y aptitudes para liderarnos a nosotros mismos y a nuestros equipos, de forma efectiva y satisfactoria, a través de escenarios y retos cada vez más complejos.
Es un tipo de aprendizaje (el vertical) que se diferencia del aprendizaje horizontal, en que este último se basa en el desarrollo continuo de ciertas habilidades personales, mientras que el aprendizaje vertical consiste en aprender sobre cómo navegar el cambio y manejar situaciones altamente ambiguas.
Tal y como se muestra en el gráfico siguiente, el Desarrollo del Liderazgo Vertical se consigue cuando tres condiciones son combinadas de forma satisfactoria: el calor, la colisión de perspectivas y la reflexión. Y será el ejercicio continuo de todas ellas lo que permita a cualquier empleado, jefe de equipo o líder de empresas, avanzar más rápido a través de las diferentes fases de desarrollo profesional.
Calor
Búsqueda de retos nuevos e intensos
Colisión de perspectivas
Construye relaciones diversas y abiertas
Reflexión
Qué funciona y qué debe cambiar
El calor
Como la gasolina/electricidad para un vehículo o como el amor de una madre hacia su hijo, debe existir dentro del profesional una llama que le haga mantenerse vigilante y activo ante cualquier reto, independientemente de la dificultad que dicho reto pueda entrañar. Es decir, una fuente de calor que permita mantener la motivación intacta en todo momento, incluso en los momentos más complicados que seguro llegarán.
Esta fuente de calor puede ser la aspiración profesional por un ascenso o una carrera exitosa, el alcanzar un propósito en la vida, el luchar por unos ideales sin reparar en la opinión de los demás, el deseo de generar un legado que perdure en el tiempo o el deseo de llevar una relación al siguiente nivel.
Sin esta fuente calor, o tras la extinción de la misma, la fuente motivadora que nos hará movernos al siguiente nivel simplemente se desvanecerá. Sin embargo, cuando existe y ésta es fuerte, permite a los profesionales y a las personas en general, buscar soluciones a cuantos problemas y dificultades puedan aparecer en el camino.
Pongamos como ejemple para este post, una persona que decide cambiar de país junto con su familia debido a la aparición de una gran oferta laboral y de crecimiento profesional que consiste en la puesta en marcha de una nueva planta de fabricación. Muchos serán los retos a los que esta persona (y su familia) se tendrá que enfrentar, y es por ello que esta fuente de calor debe ser intensa y duradera pues será la que le permita no bajar los brazos en los momentos complicados.
La colisión de perspectivas
Una vez tenemos esa fuente de calor que nos empuja, nos mantiene motivados y en alerta, necesitaremos siempre el contar con otras voces externas que valoren, comenten e incluso critiquen nuestras decisiones en lo que sea que estemos tratando.
Debemos tener en cuenta que no se trata de adoptar un estilo de liderazgo basado en la delegación, sino la, de forma consciente y premeditada, exponer nuestras ideas y tomas de decisiones al escrutinio de otras personas. Estas personas deben ser escogidas de manera que no tengan ningún tipo de vínculo con el proyecto y las decisiones en sí, personas que el éxito o fracaso de dichas decisiones no les afecte en absoluto.
Volviendo al ejemplo anterior del profesional que cambia de país para poner en marcha una planta de fabricación, podemos imaginar a dicha persona, después de un par de meses tras mudarse, presentando a otros jefes de plantas de fabricación en otros países, su idea para hacer la suya funcionar de una forma óptima. Estos compartirán lo que piensan, criticarán y estresarán todas las ideas propuestas desde un punto completamente neutral.
Y como ya mencionábamos, no se trata de necesariamente cambiar las ideas en caso de que los compañeros de este profesional no estén de acuerdo en todo con lo que propone, pero sí estar abierto a aceptar el feedback y, en base a ello, tener la humildad necesaria para cambiar y adaptar aquello que considere oportuno, además del coraje a seguir adelante con las ideas originales a pesar de las críticas que haya podido recibir.
Reflexión
Esta condición consiste en que, una vez puesta en marcha la ejecución de las ideas generadas tras haber sido analizadas mediante la colisión de perspectivas, se analicen los resultados obtenidos y se aprendan de ellos.
Esto es importante hacerlo de forma continua y honesta, pues será lo que nos permita adaptar aquello que no funciona y mejorar y evolucionar aquello que haya generado el efecto esperado.
Así, en nuestro ejemplo, tras la puesta en marcha de la planta de fabricación, nuestro profesional deberá valorar si se están obteniendo los resultados esperados (productividad, nivel de costes, etc…), cambiar aquellos puntos donde no se hayan alcanzado los objetivos y mejorar aquellos en los que hayan sido exitoso para moverlos al siguiente nivel. Una y otra vez pues el profesional sigue poseyendo dentro de sí el calor necesario para no haberse rendido en el proceso además de la motivación para seguir mejorando.
Conclusiones
Las tres en combinación son las que generan el ascenso y quema de etapas en el desarrollo profesional.
- Tener una fuente de motivación extraordinaria que nos permita aceptar los retos
- Proponer ideas y abrirse a las críticas con la seguridad de que nos hará más fuerte
- Introducir ideas con una mentalidad de reflexión y mejora continua
Combinando estos 3 factores, estaremos logrando efectivamente el Desarrollo de nuestro Liderazgo Profesional.