Hemos hablado en alguna ocasión de las diferencias entre ser un jefe (o manager) versus ser un líder y la verdad es que uno de los rasgos que marcan una diferencia abismal entre ambos es el relacionado con uso del poder posicional versus el poder personal. Y como sabemos, es muy diferente ser un líder que se un manager o jefe.
Pasemos a explicar a qué nos referimos.
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Poder posicional
Como su propio nombre bien indica, el poder “posicional” se basa en la autoridad que se le otorga a un empleado por el mero hecho de tener una “posición” concreta dentro de una organización. Como podrás imaginarte, es un concepto meramente jerárquico. Así, cuanto más alta sea la posición de la persona dentro de la jerarquía organizativa, mayor poder se le atribuye. En cierto modo, es un poder artificial, pues no es innato en la persona, sino atribuido por un ente externo a ésta.
Como se puede observar en la imagen de arriba, a medida que se escala en la pirámide jerárquica, el poder posicional que se le atribuye al empleado es mayor.
El ejemplo más claro lo podemos encontrar en los rangos que existen dentro del ejército, que no dejan de ser organizaciones que funcionan y dependen prácticamente en exclusiva del poder posicional (mando jerárquico).
Sin duda, existen situaciones en las que será necesario (incluso conveniente) hacer uso del poder posicional que se le ha otorgado a los empleados en función de su posición jerárquica dentro de la organización.
Veamos algunos ejemplos:
- Situaciones de crisis
- Situaciones urgentes que requieren de una toma de decisión rápida
- Momentos en los que el equipo es incapaz de llegar a un consenso
- En la toma de decisiones impopulares pero necesarias para el futuro de la organización (ejemplo: despidos, recortes en costes,…)
- Contextos en los que, si bien se conoce o sobrentiende cuál es la decisión correcta, se requiere de una cara visible que responda ante las consecuencias de la misma
Como ya vimos cuando analizamos los diferente estilos de liderazgo, el poder posicional es el que sin duda alguna predomina en aquellas personas que tienen un estilo de liderazgo dictatorial/autocrático.
Sin embargo, ¿cuáles son los retos y potenciales problemas en aquellos empleados/jefes de equipo/líderes que suelen apoyarse principalmente en el poder que se le atribuye por tener una posición determinada en la organización?
Como en todo, es el exceso lo que puede conllevar a problemas, sobre todo en el largo plazo. Así, si bien es necesario (incluso beneficioso) usar de forma moderada el poder posicional, debemos tener cuidado de usarlo únicamente en las situaciones que así lo requieran. Estas situaciones, como ya se han mencionado con anterioridad, dependen más del contexto concreto y están fuertemente relacionadas con la toma de decisiones que sean difíciles e impopulares (pero necesarias) o en situaciones de crisis o emergencia.
El problema real surge cuando este poder posicional se usa de forma continua o por defecto. Un jefe que de forma continua usa su poder posicional para realizar aquello que cree conveniente nunca podrá convertirse en un líder. Podrá tener éxito al corto plazo, pero tanto su crecimiento como el de su equipo estarán altamente limitados. Con el tiempo, tendrás un equipo desmoralizado, empleados que no se esforzarán en ser innovadores, tomar riesgos, tomar decisiones y, en definitiva, totalmente limitados desde un punto de vista del crecimiento profesional.
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Poder personal
El llamado poder personal, a diferencia del poder posicional, no es algo artificial y ajeno a la persona (atribuido por un ente externo), sino que es innato en ella. Independientemente de la posición dentro de la jerarquía organizativa o empresarial que dicha persona ocupe, su poder personal será el mismo.
Podemos definir el poder personal como una serie de características y atributos que definen a una persona y gracias a ellos, le permiten un alto grado de influencia en aquellos que le rodean. Estos, es decir, los que le rodean, pueden estar posicionados en cualquier parte de la jerarquía organizativa. Así, podrán ser compañeros, subordinados o incluso del CEO de la empresa.
Este tipo de perfiles, los que tienen un alto grado de poder personal, son altamente valorados pues suelen reflejar características propias de los líderes: seguridad en sí mismos, alta inteligencia emocional, justos y coherentes, alto nivel de autoconciencia y, sobre todo, humildes y capaces de aprender de sus errores.
Son estas personas con alta carga de poder personal las que son capaces de conseguir cambios importantes y profundos en el devenir de las organizaciones, pues la capacidad de generar seguidores no se basa en la obligatoriedad (poder posicional = ordeno y mando), sino en la libertad de toma de decisiones.
Y es aquí donde radica la auténtica definición de un líder: aquél/aquélla a los que los demás querrán seguir de forma libre (no impuesta), pues se sienten inspirados por sus principios, ideales, propósito, etc…
Y es aquí donde radica la auténtica definición de un líder: aquél/aquélla a los que los demás querrán seguir de forma libre (no impuesta), pues se sienten inspirados por sus principios, ideales, propósito, etc…
Desde el punto de vista de estilo de liderazgo, una persona en la que predomina el poder personal sobre el poder posicional, hará un uso mayor de un estilo de liderazgo basado en la democracia y en la delegación y un uso menor o muy limitado de un estilo dictatorial/autocrático. Y esto es así debido básicamente a que conseguirá sus objetivos gracias a establecer relaciones de confianza a largo plazo y a altas dosis de influenciación versus mandatos y obligaciones apoyados en su posición jerárquica dentro de la organización.
Conclusiones
En mi opinión, dada una persona en concreto, no existe mejor forma de diferenciar si se trata de un jefe o bien de un líder, que simplemente valorar qué poder usa de forma claramente predominante: su poder posicional o su poder personal.
Evidentemente hablamos de rasgos predominantes, pues habrá ocasiones en las que un líder deba usar también su poder posicional cuando la situación así lo requiera (agilidad, dificultad, crisis, etc…). De hecho, puede darse perfectamente que ciertos líderes (aquellos que suelan apoyarse en su poder personal) no sean capaces de gestionar situaciones de crisis, requiriendo de la ayuda de otras personas con la capacidad de tomar decisiones difíciles que tengan como consecuencia momentos dolorosos. Ejemplo de esto podrían ser restructuraciones grandes de plantilla, discontinuar inversiones concretas o desprenderse de partes de la empresa, etc…
Y tú, ¿eres un jefe o eres un líder?