De una forma muy sencilla y directa, te voy a decir en qué se diferencia un líder de un manager, o un líder de un “jefe”. La palabra Manager, es el sustantivo del verbo “to manage”, que traducido al castellano, significa, “gestionar”. Por lo tanto, un manager es un gestor.
El gestor de tiempo y dinero
¿Y qué es lo que suele gestionar cualquier manager o cualquier jefe en un entorno empresarial? Recursos. ¿Qué tipo de recursos? Principalmente 2: tiempo y dinero.
Es posible que ahora mismo estés pensando “en realidad las personas también son recursos”. Correcto. Pero las personas, también llamadas empleados en un contexto empresarial, lo que hacen es ofrecer su tiempo a cambio de dinero. Y cuanto mayor experiencia, conocimiento y diferenciación ofrezca un empleado, mayor será el coste de contar con su tiempo. Por lo que, en definitiva, volvemos al tiempo y al dinero.
Por otro lado, a un manager suelen darle los objetivos a cumplir, que éste traducirá en un conjunto de tareas a ejecutar y completar en un tiempo determinado y utilizando un presupuesto económico determinado.
Estas tareas y sus respectivos tiempos para completarlas, pueden ir desde un jefe de un taller mecánico de vehículos que debe completar el arreglo de 5 vehículos a la semana, a otras de mucho mayor volumen como podría ser la implementación de una autopista que una a dos ciudades en el periodo de tiempo de 3 años.
Lo que sólo un líder posee: visión, propósito y misión
Por otro lado, tenemos la palabra líder, que proviene del verbo liderar. Y, ¿qué es lo que hace un líder que no hace un manager?
- Tener una visión
- Tener un propósito
- Tener una misión
¿Y qué significan cada uno de estos términos?
Una visión es aquello que el líder desea y aspira alcanzar. Un propósito es el conjunto de motivaciones que le hacen desear y querer alcanzar dicha visión, es decir, la gasolina que lo impulsa. Y la misión no es otra cosa que el conjunto de acciones que permitirán al líder alcanzar dicha visión, es decir, su manual de instrucciones.
Estos conceptos también existen en las empresas y en sus marcas de ropa, marcas de vehículos o marcas de tecnología por poner algunos ejemplos.
Si te preguntas a qué aspiran las empresas con sus marcas, seguro que llegas a la conclusión de que aspiran a tener un ejército de personas que sean seguidores férreos de las mismas. ¿Y cómo se consigue esto? Muy sencillo, inspirando algo.
¿Y cómo consiguen inspirar lo que se proponen? Pues teniendo una una visión, un propósito y una misión como empresa. Si consiguen inspirarte algo que valoras, algo que compartes o algo que te gustaría alcanzar, comenzarás a seguirlas de forma completamente libre y sin que nadie te obligue. Tal y como se seguiría a un líder.
Por qué se sigue a los líderes
Si antes decíamos que las marcas inspiran algo en sus consumidores que hacen a estos seguirlas, igualmente, existen personas que también nos inspiran algo que necesitemos y con lo que nos sintamos identificados. Y son a estas personas a las que seguiremos de forma libre y totalmente voluntaria.
Y esto es lo que consiguen los líderes. Inspirar algo en las personas que hacen que éstas quieran seguirlos de forma completamente libre. Y si analizásemos a estas personas al detalle, es más probable que encontremos que poseen tanto una visión, es decir, claridad sobre qué quieren alcanzar en la vida, un propósito, esto es, qué es lo que les impulsa a querer conseguirlo, y una misión que les permite entender cómo alcanzar su visión.
Y esto es lo que consiguen los líderes. Inspirar algo en las personas que hacen que éstas quieran seguirlos de forma completamente libre
Por otro lado, suele observarse que los líderes se apoyan mucho más en su poder personal que en el posicional tal y cómo lo haría un manager o jefe.
Conclusiones
Quiero dejar claro que en ningún momento estoy diciendo que un líder sea mejor que un manager, ni que un manager sea mejor que un líder. De hecho, todo líder necesita de una faceta de manager y todo manager debe desarrollar características de líder.
Para aclarar esto, miremos dos casos extremos. Por un lado, imaginemos a un líder nato que posee una claridad increíble para entender qué es lo que quiere en la vida y por qué lo quiere. Sin embargo, carece de la capacidad para ejecutarlo, de ponerse tiempos y de entender qué necesita. Muy probablemente, este líder podría inspirar algo en los demás a corto plazo, pero en el medio y largo plazo, al no tener la capacidad de ejecución de sus propios ideales, perdería a todos sus seguidores irremediablemente.
En el otro extremo, imaginemos a una persona que es top en la gestión de recursos pero que carece de cualquier propósito que lo motive. Si bien, en el corto plazo ejecutará de forma efectiva y eficiente aquello que otros le han ordenado, con el tiempo, dejará de trabajar pues no sabría ni siquiera qué es aquello que lo impulsa a hacerlo.
Por ello, y como todo en la vida, el secreto está en el equilibrio.